Fisioterapeuta para Hernias y Protrusiones Discales en Granada

Una hernia y una protrusión discal, aunque son alteraciones parecidas, no son iguales. Como bien indica el nombre, son problemas que pueden ocurrir en los discos intervertebrales de la columna. Pueden tener lugar en cualquier nivel de la columna, pero las más frecuentes son a nivel lumbar (por sobreesfuerzo, exceso de tensión y malposición) y a nivel cervical (generalmente tras un traumatismo, como un accidente de coche). Esta diferencia de origen se debe a que la zona lumbar es el punto central de fuerza y carga del cuerpo y la zona cervical es la más móvil de toda la columna. Los discos intervertebrales tienden a sufrir degeneración con la edad y a reducir su contenido de agua, su altura y su capacidad de amortiguación. Estos factores lo vuelven más vulnerable a los daños, permitiendo la rotura parcial (protrusión) o completa (hernia) de la zona externa del disco. De alguna forma podemos decir que la protrusión precede a la hernia discal. No obstante, no tiene por qué llegar a producirse, ni tampoco implica que el dolor de la hernia sea siempre mayor que el de una protrusión. El dolor depende de la localización que tengan y de las estructuras a las que comprima o afecte. Suelen producirse mayormente en la tercera o cuarta década de la vida, cuando los discos experimentan cambios estructurales asociados con una acusada deshidratación (aproximadamente una reducción del 35% de agua). Los discos elásticos con menos de 30 años y los discos más deshidratados (y con posibles cicatrices) por encima de los 50 suelen ser menos propensos a fragmentarse y desplazarse. No obstante, con fuertes traumatismos, es más probable que esto suceda, aunque estos dos últimos grupos tendrán un riesgo menor. La hernia discal suele ocurrir en la región posterolateral del disco. Los nervios raquídeos discurren por esa porción, por lo que es frecuente que las hernias en estas regiones compriman algún nervio. Dicha compresión puede causar dolor, parestesias (hormigueos, adormecimientos), hiperestesias (sensación de calor en la piel de la región inervada), debilidad motora, etc. en función del grado de compresión y de la zona afectada. Las hernias discales se producen con más frecuencia en la región lumbar inferior. El 95% de las lesiones lumbares ocurren en los discos localizados entre L4 – L5 y L5 – S1. Las actividades diarias y los deportes que asocian más sobrecarga en esta zona parecen tener una mayor incidencia de degeneración discal. El inicio de los síntomas puede ser repentino o más difuso, en función de cómo se produzca la hernia. El dolor tiende a empeorar al toser, estornudar, tras estar mucho tiempo sentado… todo lo que aumente la presión en el disco. No obstante, las lesiones discales no implican necesariamente dolor crónico ni imposibilidad física. Casi el 25% de los adultos sanos sin lumbalgia muestran signos de hernia discal en las pruebas diagnósticas (resonancia magnética). Como hemos comentado antes, esto se ve influido por la localización de la hernia o protrusión, su tamaño y las estructuras que comprima. Como siempre, una buena evaluación favorece el tratamiento. Para este tipo de patologías, trabajamos con técnicas de masaje, fisioterapia manual ortopédica, osteopatía cráneo-sacral, vendajes, reeducación del movimiento y adaptación al ejercicio.

Plácido García

Fisioterapeuta y Terapeuta Transpersonal

Adrián Morón

Fisioterapeuta